sábado, 13 de enero de 2007

La dicha verdadera y dicharachera

Mirar el programa, o súper spot si se prefiere, transmitido por la asociación civil Honestidad Valiente, en las primeras horas del miércoles 10 de enero, tuvo efectos innegables en mi persona. Algo entre las múltiples repeticiones del estímulo televisivo, confieso que lo vi varias veces con afán de poder escribir esto de manera documentada, y la lectura a detalle de su trascripción generó un número considerable de conclusiones. A continuación trato de resumirlas del mejor modo posible.

Al inició del programa pensé que me había equivocado de canal y que estaba por comenzar la función sabatina de teatro guiñol, con todo y presentadora afanosa y gesticulante, que me hizo recordar mi experiencia infantil de cuando alguien me contaba un cuento. La inflexión de la voz y la manera de pronunciar las palabras me distrajo al grado de escuchar de sus labios algo así como: “entonces el loooobo tenía muuuchaa haaambre y se comiooó a las ovejas más atarantadaaas”. Siento muchísimo que mis propios trastornos psicológicos hayan nublado mi entendimiento, pero no creo que haya un televidente vivo que pueda argumentar que su propia estructura cognitiva no modifica la manera en la cual procesa la información que obtiene de un medio de comunicación.

En esas estaba, tratando de concentrarme en que lo que veía era un programa político producido, según declaraciones de quienes lo diseñaron, con el objetivo de decir la verdad ante la marcada tendencia informativa de los medios masivos de comunicación, cuando la presentadora anunció emocionada que el programa comenzaría con una entrevista a un personaje político muy importante. Quién será, quién será. Azcárraga, Slim, Barraza.

Entonces, el político muy importante apreció en otro set y en algo que no tenía nada que ver con una entrevista, según prometió la conductora, habló por espacio de 15 minutos sobre temas que, de acuerdo a la introducción del programa, eran de interés para una sociedad que quiere escuchar la verdad que callan los poderosos de nuestro país. El argumento lopezobradorista que ha girado desde hace meses fundamentado en el aislamiento mediático. Nos han cerrado las puertas de los medios. Créanme que después de ver el programa entendí porque. Y la razón principal es que AMLO y su equipo han dejado de ser nota. Son yesterday’s news.

Y no solo eso, encima de todo, López Obrador ha perdido la capacidad de influir en la agenda política nacional. Y ya no digamos dirigirla, como en la época dorada de las conferencias mañaneras cuando era Jefe de Gobierno del DF. Que difícil ha de ser perder esa capacidad de generar nota. Entiendo que lo quiera achacar a que TODOS los medios que no cubren sus actuales giras son siervos de la derecha radical. Eso es más sencillo que asumir los propios errores y adaptar el discurso a la realidad actual. No. Él y su equipo se empeñan en hablar de lo mismo pero sobre todo en hablarles a los mismos.

¿A quien va dirigido el súper spot de ‘La verdad sea dicha’?. Definitivamente a quienes comparten su punto de vista y se reirán a carcajadas de la ocurrente sátira de Jesusa Rodríguez y su Carlos Lo Haré de Mole. El error en su estrategia de comunicación que mancilló su ventaja electoral se manifiesta nuevamente en su estrategia de comunicación. Comunicar un mensaje compartido de antemano con una audiencia cautiva, ignorando a todos aquellos que se encuentren fuera de ese nicho. Hablar con los mismos de las mismas cosas. Machacar las ‘verdades’ y los estereotipos tradicionales con quienes piensan lo mismo que nosotros. El maniqueísmo de la izquierda buena y la derecha mala. El reduccionismo político.

Los únicos náufragos de esta nueva estrategia de comunicación son ellos mismos. Dos balsas intercambiando un mensaje que se repite sin reflexión bajo la falsa idea de que están comunicando lo que nadie más se atreve a decir. Hay que reconocer que los dos temas principales del programa, los monopolios y el alza de precios, han sido constantemente cubiertos por los medios, incluyendo un amplio espectro de opiniones de columnistas y expertos en estos temas.

Su aislamiento mediático se debe más a que AMLO no tiene nada nuevo que decir y lo que dice ya lo dijo cientos de veces. Esto no cuestiona la validez de sus argumentos ni la capacidad política de su persona. Demuestra, eso si, una abierta incomprensión de la manera en la cual funciona el ciclo noticioso en nuestro país. Era muy fácil llevar el control de la agenda durante el incompetente gobierno de Vicente Fox, en donde la imaginación del ex Jefe de Gobierno rebasaba por mucho los pueriles esfuerzos de la presidencia por insertar sus temas en la cobertura de los medios. Hoy las cosas son muy diferentes y López Obrador se empeña en exigir la misma cobertura que tenía hace un año cuando iba 10 puntos arriba en las encuestas y acababa de librar brillantemente el proceso de desafuero.

Hoy es el candidato perdedor, lastimado, arrinconado, en constante confrontación con todo aquel que no sea incondicional de la teoría del complot y la elección robada. La brillantez, el buen humor y el talante que deja la satisfacción de hacer bien las cosas se han marchado de su rostro.

Es indudable que todas las compañías mediáticas, impresas y electrónicas, tienen preferencias políticas que, en mayor o menor medida, se ven reflejadas en su cobertura. También es innegable que Acción Nacional contó con el apoyo manifiesto de grupos empresariales que enturbiaron el resultado electoral. Eso no dejará de ocurrir en el futuro. En el país con mayor tradición en medios impresos de comunicación, Inglaterra, algunos periódicos siguen pronunciándose por el candidato de su preferencia el día de la elección. Cualquiera se iría de espaldas en México si así fuera. Si, los dados están cargados, a favor y en contra. Esa es la política.

Sin embargo, nada tiene que ver el abismo de cobertura mediática entre Salinas y Cárdenas del 88 con el de AMLO en el 2006. En aquel entonces los dos principales noticiarios de televisión dedicaron una cobertura del 91.7% al candidato del PRI y de 3.94% al candidato del Frente Democrático Nacional. Es esto equiparable a lo sucedido a lo largo del 2006. De acuerdo con el monitoreo de medios de IBOPE contratado por el IFE, la cobertura total de minutos en noticiarios de Televisa durante junio de 2006 entre el PAN, La Alianza Por México y la Alianza por el Bien de Todos fue de 102,221 para Calderón, 109,889 para Madrazo y 101,689 para López Obrador, la diferencia, al menos en esta medición no es tan grande como para hablar de un aislamiento mediático como el que sostienen los lopezobradoristas.

El reto para lHonestidad Valiente A.C. sigue siendo comunicarse con quien piensa distinto. Con quien puede dialogar contigo y no con quien reforzará afirmativamente lo que dices. El diálogo de la comunicación debería ser un intercambio. AMLO no quiere intercambiar nada, su proceso de comunicación es completamente unidireccional. Yo sé y tú deberías saberlo. No hay espacio para la autocrítica o la reflexión. El simple hecho de hablar de LA verdad como si esta no fuera una construcción social cambiante y subjetiva lo demuestra. El tono paternalista de educar al ignorante reafirma su necesidad de hablar con quienes piensan igual que él. ¿No es este el peor error que puede cometer un político? Comunicarse con aquellos que saben que responderán bien antes sus mensajes. Aquellos que puede convencer fácilmente de que, en efecto, el dice LA verdad.

AMLO y su equipo confirman la tendencia aferrada de hablar consigo mismos, de comunicarse con los suyos, de reafirmar su propio discurso en la aceptación de quien piensa igual que ellos. López Obrador quiere hacer una presidencia colectiva, sumisa a su visión y participante de sus verdades, sin embargo, lo colectivo de su llamado es un refrendo de lo acotada que es su visión de la comunicación. Le hubiera salido más barato organizar una barbacoa en un terrenito e invitar al mismo número de gente que vio su programa y darles un discurso. Todos contentos con LA verdad compartida entre ellos, satisfechos de saber como son las cosas en realidad. Excluyentes permanentes de quienes piensan lo contrario. Tirando la toalla antes de la batalla comunicacional de la persuasión

Honestamente se pueden hacer mucho más cosas con 30 minutos de televisión que un mitin audio-visual, (algo parecido a los spots de la campaña de Cárdenas en el 2000 que repetían una y otra vez las imágenes de sus mítines y los suyos en plena algarabía). Solo apto para perredistas. ¿Y los que no lo son?

El movimiento lopezobradorista no sabe comunicar en gran medida porque, aparentemente, ve en éste acto una acción persuasiva repetitiva entre los ‘nosotros’ de siempre. A los ‘otros’, los vendidos, se les condena a la ignorancia y a la perdición de caer en manos de la información de la derecha. Para qué hablar con ellos si no lo merecen. El desprecio al potencial de la información como un acto de intercambio es abierto. Condena su estrategia a la marginación de los marginados. Veamos como se desarrolla este experimento más adelante y démosle el beneficio del perfeccionamiento. Por lo tanto, La Verdad Sea Dicha es más un recuento dicharachero que una propuesta informativa.

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