jueves, 22 de noviembre de 2007

Las lecciones de Campbell

Leer los recientemente publica-dos diarios de Alistair Campbell, el encargado de la estrategia de comunicación detrás del nuevo laborismo de Tony Blair desde mediados de los 90, es ilustrativo a varios niveles. Sus páginas son testimonio de un partido de “izquierda” en búsqueda del “centro” político y de los votos de una creciente clase media. Hay aquí dos lecciones para el PRD con miras a la celebración de su décimo Congreso Nacional Extraordinario el próximo 16 de agosto.
La primera es ubicar a la comunicación como eje estratégico de la operación política. La tenacidad con la que Campbell, Blair y un reducido equipo de trabajo, entre ellos el actual primer ministro Gordon Brown, buscaban modernizar al Partido Laborista, comenzó con el establecimiento de una relación política e informativa con grupos de electores comúnmente ignorados por este partido.
Hasta ese momento la estrategia comunicacional del Partido Laborista, que durante los últimos 18 años había fracasado en sus intentos por vencer a los gobiernos conservadores de Margaret Thatcher (1979-1990) y John Major (1990-1997), había compartido un común denominador: la incapacidad de dialogar con electores distintos a los de su base de simpatizantes tradicional.
Un nuevo entorno político y social demandaba no solamente la renovación de la filosofía laborista sino, además, la creación de una estrategia para comunicar esta renovación a nuevos públicos.
A pesar del escepticismo de amplios sectores laboristas, es un hecho que, después de tres victorias electorales consecutivas, el de Blair ha sido el gobierno laborista más exitoso en términos electorales desde la fundación de este partido.
La segunda es haber generado un consenso hacia el interior del partido que permitiera mantener infinidad de disputas internas fuera de los medios de comunicación. Aunque las tensiones y pugnas no desaparecieron, éstas se mantuvieron lo más alejado posible de la arena mediática. Consolidar un solo frente informativo para comunicar una nueva filosofía partidista fue determinante en la victoria electoral de 1997. Se trataba de aprovechar el carisma de su líder y la promisoria renovación de una plataforma política al margen de conflictos mediáticos innecesarios.
En uno de los pasajes del libro se relata la temprana frustración de Campbell y Blair ante la visceral indiscreción mediática de una compañera de su partido, algo común en la época en que cada quien decía lo que quería en los medios bajo el argumento del saludable derecho a discrepar públicamente. En un tono abiertamente desmoralizado, Blair le confiesa a Campbell que mientras esas cosas sigan pasando nadie los tomará en serio. Con “nadie” Blair se refería a los votos que se encontraban fuera del núcleo laborista e indispensables para vencer a los conservadores.
La larga cadena de escándalos mediáticos, incluidos los desfiguros de emblemáticos voceros, han sido uno de los argumentos recurrentes de por qué todavía son muchos quienes no consideran al PRD como una opción seria para gobernar. Especialmente quienes no habitan en estados gobernados por el PRD y que no tienen una simpatía política definida. Esos son los electores a los que el PRD tiende a eludir en sus campañas. A los que Elena Poniatowska no les dice mucho y que nunca en su vida madrugarían para ver un programa informativo del PRD en la televisión.
En los inicios del nuevo laborismo, Alistair Campbell estaba convencido de que comunicar la transformación era tan importante como moldear su sustancia. Un proceso simultáneo. Algo muy distinto a la manera de comunicar del PRD que continúa inmerso en la lógica informativa de no hablarles a quienes piensan distinto a ellos. Que busca los canales de siempre para decir lo de siempre a los de siempre. Que toma decisiones políticas primero y piensa cómo “difundirlas” después.
Sería muy cómodo cuestionar estas lecciones argumentando que ambos contextos, el británico y el mexicano, no tienen nada en común. Más difícil sería, sin embargo, emprender un proceso de transformación interna encaminado a que el PRD comience a pensar cómo comunicarse con un electorado que, tras el desenlace electoral del año pasado, verá las próximas elecciones con ojos muy distintos.
Investigador del CEIICH-UNAM

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